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20/02/2020 Los 'préstamos de buena conducta' ganan terreno entre las grandes empresas: si se portan bien, pagan menos intereses


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Noticia

Los costes pueden caer entre 5 y 10 puntos básicos si cumplen.

Desde su creación en 2017, los llamados bonos verdes, cuya rentabilidad depende del cumplimiento de una serie de objetivos medioambientales por parte del emisor, han crecido hasta suponer el 1% del mercado mundial de deuda. Pero en los últimos meses ha aparecido una nueva alternativa: los préstamos 'verdes', cuyo tipo de interés está vinculado a los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés). En otras palabras, cuanta mejor sea su conducta, menos pagan.

 

En una encuesta informal de Bloomberg a 40 bancos europeos, más de la mitad dijeron que están interesados en colaborar con negocios vinculados con la sostenibilidad, a pesar de la dificultad de establecer objetivos realmente agresivos y la complejidad de estandarizar las calificaciones ESG. Existen numerosas agencias que miden las actitudes de las empresas, pero sus notas varían radicalmente de un analista a otro. Aun así, según la agencia, los préstamos verdes ya suponen 122.000 millones de dólares a nivel mundial.

 

"Los prestamistas claramente están animando a los prestatarios a incorporar objetivos ESG a la hora de financiarse, no solo porque el regulador está presionando en ese sentido, sino también porque tiene sentido desde una perspectiva de riesgo y comercial", dijo Emilio López Fernández, jefe de préstamos corporativos para la península ibérica en el BBVA. Al contrario que los bonos verdes, que suelen tener rentabilidades más escasas, los préstamos verdes cuentan con un interés que garantiza la ganancia del banco antes de llegar a la parte variable.

Gran interés en Europa

Su funcionamiento suele ser simple: se fijan métricas ESG a cumplir -las emisiones de dióxido de carbón suelen ser una de las más comunes, pero pueden incluir cualquier característica de 'buen comportamiento' social- y los intereses suben si no se cumplen los objetivos, y bajan si los prestatarios superan las cifras.

 

Las empresas de Europa, Oriente Medio y África también están de acuerdo con la incorporación de características de sostenibilidad en su recaudación de fondos, ya que han triplicado dichos préstamos hasta 95.000 millones de euros en 2019. Los préstamos vinculados a la sostenibilidad representaron el 27% de los préstamos de alto nivel del año pasado en la región. En concreto, la empresa que más fondos suscribió en préstamos verdes en 2019 fue Shell, que pidió 10.000 millones de dólares enlazados a la reducción de su huella de carbono.

 

"Las grandes compañías han entendido la importancia de este tipo de financiamiento en su estrategia financiera y el hecho de que esto no es una moda, los préstamos vinculados con la sostenibilidad están ahí para quedarse", dijo Fernández.

 

Descuentos o penalizaciones

Normalmente, los intereses suelen caer entre 5 y 10 puntos básicos si se cumplen los objetivos. Pero un 38% de los bancos encuestados por Bloomberg cree que no se deben dar descuentos a los prestatarios por "hacer el bien". En cambio, las empresas solo deberían ser penalizadas cuando no cumplan con los objetivos ESG.

 

Vincular los préstamos con el desempeño de sostenibilidad o la calificación ESG es un indicador adicional de la calidad crediticia de una empresa, dijo Albert Graf, director de finanzas corporativas de Telefónica Alemania, que firmó en diciembre un préstamo de 750 millones de euros vinculado a su calificación ESG, que mide la compañía Sustainalytics. "La reducción de precios o el aumento en estos acuerdos son mínimos", dijo. "Hay más sustancia y significado en los objetivos que en las pocas ganancias de puntos básicos".

 

El 83% de los encuestados piensa que los préstamos vinculados con la sostenibilidad pueden mejorar las ambiciones ESG de una empresa. "Los préstamos vinculados a la sostenibilidad tienen un claro impacto en la reputación y, por lo tanto, influyen en la estrategia general de la empresa y, al mismo tiempo, reducen el riesgo de que un prestatario se vuelva más contaminante", dijo Fernández.

 

Sin embargo, todavía hay preocupaciones de 'verdeamiento', que las empresas busquen un blanqueamiento de su imagen fijándose objetivos muy blandos y fácilmente alcanzables. En ese caso, el fin de estos bonos sería meramente cosmético, para evitar un rechazo popular. "El impacto financiero puede no ser evidente de inmediato y pueden pasar meses o años hasta que se refleje en las cuentas", dijo Graf. Sin embargo, "los consumidores, los clientes, los inversores podrían castigar a las empresas mucho antes si no mejoran su sostenibilidad".

 

https://www.eleconomista.es/

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